domingo, 13 de noviembre de 2011

Hace un tiempo una sentencia judicial me sorprendió, asombró y desconcertó para finalmente pasmarme y dejarme totalmente sobrecogida y subyugada.

Desde entonces he querido dedicarle una letras, pero ahora una bueníiiiiisima amiga me pasa una carta que le ha llegado y que magistral recoge y edita todo aquello que pude sentir en aquel momento.

Ahí va, junto a mi felicitación a la autora de la carta.

"Zorra: cuestión semántica


Como algunos de vosotros sabréis a estas alturas, el juez de la Audiencia
Nacional Juan del Olmo ha dictado una sentencia en la que afirma que llamar
"zorra" a una mujer no es delito, ni falta, ni nada porque quien usa ese
adjetivo en realidad quiere decir que dicha mujer es astuta y sagaz. He
aquí el escrito que le ha remitido una ciudadana......


"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted
bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta, como es
habitual en Su Señoría...
... El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial
ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que
me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:

Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el
garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad
entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su
cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo
para limar asperezas y echando mano a la riqueza semántica de nuestra
querida lengua castellana, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las
haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".


Como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de la
tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador
de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien
que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad. El sujeto,
entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran
insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples
acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana
haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos
de usted, y a los de la tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba
con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber
hacia dónde soplaba el viento.


Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando
colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil-
llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente
mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de
destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de
que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de
primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar
zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de
mujer astuta.

Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su
señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté
de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el
sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca
- entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como
la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a
gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina
usted en su sentencia, convirtiendo así del mundo un lugar mucho más
agradable.


Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente,
una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies y a los de
su señora)."